26 de febrero de 2010

Culebras bebedoras de leche

 

Una de las historias más curiosas que he tenido que investigar a raíz de las cosas que me han ido contando en casa es la de las culebras bebedoras de leche. Mi padre jura y perjura que la mejor forma de atrapar una culebra que se haya metido en una casa es tentándola con un balde con leche, que así se ha hecho siempre. Esto es lo que al parecer pasó en Zamora, en una pequeña iglesia donde se había colado un enorme ofidio al que solo pudieron cazar poniéndole como cebo la preciada leche y cuyo cuerpo colgaba desde entonces en la pared del templo.

(Fotografías: Arriba, imagen de la puerta de la Iglesia de Santa María la Real en Sangüesa (Navarra) con una mujer que amamanta a una serpiente y a una rana. Abajo, capitel de 900 años de la Iglesia románica de Teza (Burgos) donde se ve a una mujer que amamanta a dos serpientes)



También me contó la historia vivida por un vecino del pueblo que descubrió cómo una cabra se le quedaba parada y quieta en el campo mientras una serpiente le mamaba de las ubres. De ahí pasamos a las historias de culebras que se metían en las cunas de los bebés para robarles la leche de sus madres mientras le metían la punta de la cola en la boca, a modo de chupete, bebés que no engordaban y enfermaban hasta que se descubría la causa en la serpiente culpable... hasta mi cuñada conoce la historia de una prima en Galicia a la que le ocurrió!!!



Debo reconocer que me enfrenté a todo ello con mucho escepticismo, pensando que esto eran cuentos de pueblo y descubrí que puede ser que no haya mucho de cierto en ello, pero que es, desde luego, realmente apasionante. Historias de culebras que roban leche, ya sea de mujeres recién paridas o de vacas o cabras, se repiten por todo el mundo y en todas las culturas, como se recoge en este artículo del portal Celtiberia o en este otro del blog La crónica verde.


Consulté con una persona que profesionalmente sabe de animales y además es un amante de la cultura popular, Jose Alfredo Hernández, de la Asociación Furmientu. Esta es su versión del tema:


Lo de que las culebras maman es una creencia extendida en las culturas ganaderas de todo el mundo. Esto, como muchas creencias tradicionales, es falso pero tiene una explicación científica. Para saber que es falso no hay más que examinar la boca de una serpiente y comprobar que no tiene ni la más mínima capacidad de succión. La explicación de esta creencia está en el hecho de que un susto ocasionado por la presencia de la culebra puede ocasionar fácilmente que se le corte la leche a la vaca, la cabra o la mujer. La secuencia es evidente:
1. Oigo mugir la vaca y acudo enseguida a la cuadra.
2. Al entrar me encuentro un bastardo de 2 metros que se ha metido en la cuadra buscando el calor o para cazar ratas y ratones.
3. Cuando ese mismo día voy a ordeñar la vaca me encuentro con que no tiene leche (se le cortó del susto).
4. Conclusión: la culebra "ordeñó" la vaca.


Siempre da la serpiente
pagas traidoras:
la leche que bebiera
trueca en ponzoña.

Así comienzan unos versos de una fábula que, como otras muchas, tienen a las serpientes como protagonistas y el hecho de beber leche se repite una y otra vez en ellas. Todo ello puede leerse en el trabajo “Serpientes, Culebras y otros reptiles” de la Asociación Alonso Quijano de Fomento de la Cultura, en unos cursos que organizó en 2004.



Me costó un poco encontrar una versión más oficial de la historia de la culebra colgada en la pared de la iglesia zamorana, pero al final apareció. Esta es la ermita de la Virgen del Camino (también conocida como la Iglesia de la culebra), que ha quedado escondida en la ciudad, como se ve en la fotografía de Eduardo Almeida. La historia es esta, recogida de un artículo publicado en “El norte de Castilla” y titulado “Reptiles de leyenda en las Iglesias”:

En esta ermita encontramos una serpiente boa disecada, de seis metros de longitud, colgada de la pared en posición horizontal, justo encima de la puerta de entrada. Aquí la leyenda para explicar su presencia es muy parecida. En este caso, es el pastor después de volver del frente, quien se enfrenta con el animal ya que había matado a numerosas personas en su ausencia, no atreviéndose nadie a frecuentar el lugar.


Para acabar con el repelente ofidio ideó un plan. Acudió con un espejo y un cuenco de leche al lugar, allí la serpiente al verse reflejada en el espejo, creyó que ese congénere la arrebataría sus alimentos por lo que estableció una lucha tremenda contra la imagen del espejo hasta que cayo agotada, momento que aprovechó el astuto pastor para acabar con la vida del reptil de unas cuantas cuchilladas.

Esta historia le recordó a mi padre otra leyenda, la del topo de la Catedral de León: “un topo que destruía cada noche los cimientos que construían por el día... “. Este es el relato de la leyenda, recogido en la web del Barrio Húmedo leonés:

La gran dificultad de llevar a cabo una construcción de este tipo, ha dado lugar a una leyenda que más que leyenda era una justificación a los problemas, muchos, muchísimos, a los que tuvieron que enfrentarse los distintos arquitectos que pasaron por esta ciudad.La leyenda cuenta, que un topo gigante, al que nadie había visto nunca, salía durante la noche, y con su potente hocico iba destruyendo todos los cimientos que los canteros habían colocado el día anterior. Durante semanas, los canteros no avanzaban en su trabajo, ya que no eran capaces de evitar las destrucción de su trabajo por este ser maligno. Hartos de trabajar y no dar por terminado su trabajo, se decidieron a colocar una tramapa. Idearon un cepo gigante con el que dar caza a tan dañino animal. Y así fue, la primera noche que colocaron la trampa, oyeron como algo había quedado atrapado en la trampa. Cuando se acercaron pudieron ver un enorme topo; el más grande que jamás hubieran visto. Lo mataron y colgaron su piel, como escarmiento y signo de victoria, en al puerta principal. Desde entonces, en la puerta de San Juan, cuelga un enorme pellejo oscuro, que dicen era el pellejo del topo "destructor". Así queda reflejada la proeza de estos canteros.

Lo cierto es que, al parecer, lo que se encuentra en la catedral es una concha de una tortuga gigante, posiblemente traída de las américas por los misioneros pero, en fin, ahí queda la historia.



Camisa de culebra que encontramos este verano en El Coito, para espanto de mi madre y mi cuñada

Al final, con todas estas historias, las serpientes se han ganado una mala fama que las convierte en uno de los animales más temidos y odiados... y eso que las variedades que encontramos en nuestros campos son de las que ayudan, que comen roedores y otros bichos que se alimentan de nuestras huertas, pero ni por esas... cuando vemos una y ahora en el pueblo hay muchas y grandes..., hala, a matarla... claro que mi fobia es con las arañas, si fuera con las culebras, seguro que no tenía tanta compasión...




Culebra muerta que se hallaba en el jardincito que hay detrás de la Iglesia, donde estaba la chopa. Estaba recién matada.

23 de febrero de 2010

Refranes


Hace unos días, el profesor Emiliano Pérez Mencía publicaba en su blog un artículo en el que hablaba de los refranes del Valle de Vidriales.


En estas líneas se recogían alguno dichos que tenían como protagonista nuestro pueblo y sus gentes, y que copio a continuación:

Si Ayoó de Vidriales, o concretamente sus mujeres, quedan bien en el siguiente dicho:
En Congosta hay buenas mozas,
en Carracedo mejores,
pero en Ayoó de Vidriales
como ramitos de flores.


No ocurre igual en este otro:
De Ayoó la quiero yo,
la vaca, la mujer no.


Los hay que dicen: la mujer sí, la vaca no.


Y aplicado o referido a Ayoó, tenemos también el siguiente:
Si vas a Ayoó
lleva la merienda por sí o por no.


Este mismo refrán aparece en el libro Refranero Geográfico de Castilla y León de Feliciano Alonso que, muy amablemente, consultó el profesor Mencía en la Biblioteca de Benavente a petición mía. Este volumen de refranes comentados de pueblos de todas las provincias de la Comunidad se explica el significado del refrán así: La idea puede generalizarse en este otro refrán, "La merienda y la casaca nunca la dejes en casa".


En el citado artículo del profesor Pérez Mencía se señala lo siguiente:
En ellos (en los refranes) se reflejan todos los aspectos de la vida: trabajo, convivencia, costumbres, tradiciones, religión, agricultura, etc. Precisamente este último aspecto es el que sobresale en estas tierras zamoranas y leonesas, dedicadas más que nada a esto: siembra, siega, recolección, cría del cerdo, granjas de animales, etc. Por otra parte, estas tareas están muy ligadas a la religión y a los santos, quienes aparecen y son los protagonistas en multitud de dichos y refranes.


Y efectivamente, entre los muchos refranes dichos habitualmente en el pueblo y que he podido recoger, los hay relacionados con animales, con las labores del día a día y, como no, con los curas o la religión, tan importantes y decisivos en la vida de la población rural:


A dios rogando y con el mazo dando.
A quien madruga Dios le ayuda.
No por mucho madrugar, amanece más temprano.


Estos son de los más habituales y conocidos y dichos no solo en Ayoó, claro, son algunos de los refranes más populares. Los que vienen, sin embargo, yo nunca los había escuchado:


No hay cosa más ansiosa que un matrimonio sin hijos y un cura con ellos.

Amistades con los curas y heredades junto al río, ¡¡¡tiroriro!!!


El primero, jeje... refleja esa realidad de la que no se habla pero que todo el mundo conoce, los deslices terrenales de ciertos hombres de Dios. El segundo, no deja bien parados tampoco a los religiosos, a los que se pone como de poco fiar...


También son conocidos el de "Predicar en el desierto, sermón perdido" y el que tanto se dice a los niños, "A ti la boca te la hizo un fraile" o "Pides más que las monjas".


Recuerdo que cuando era pequeña mi tío Ismael solía contestarme a mis “gracias” con aquello de “las gracias a las monjas” que mira que me costó entender...


Y termino con una expresión muy de mi casa: “Está más duro que los pies de Cristo”, que reconozco, a mi siempre me dio un poco de cosa...

21 de febrero de 2010

Molinos en Congosta (y 2)





Los restos de la construcción que están al lado de la presa de Congosta son del conocido como el Molino del Ti Silverio, todo un personaje conocido por su socarronería y buen humor.

Era un molino que estaba al lado de lo que hoy es la presa de Congosta y venía un buen curso de agua con mucha caída y que hacía que el molino rindiera mucho. Tanto que un poco más abajo tenía también un aserradero.
Era un molino particular y cobraba bien dinero bien una medida de centeno, de cada saco una cantidad determinada. Molía centeno y cebada, pero no valía para comer, había que sacarle el salvado. Trabajaba para Cubo, Ayoó y Congosta.

En el aserradero se hacían braceras para los carros y la madera gorda donde iban las costanas y las ruedas. También se hacían tablas para cubos, para las enteras de las puertas, de roble y de chopo; machones, que son las vigas que se ponían debajo de las tablas de las casas, de 30 x 10 o por 15 centímetros de ancho. Incluso llegó a hacer carros enteros, no solo las partes. El aserradero lo tuvo después Kiko, el padre de los de la casa rural de Congosta, que vivían por allí.
En la balsa de agua del molino se tiró a ahogar el ti Santiago “El Pinche”, vecino de Congosta.

Restos de la balsa del aserradero

Como decimos, el Ti Silverio era conocido por sus ocurrencias y salidas. En cierta ocasión, un vecino de Cubo que le había encargado una cuba para la bodega, vio que cuando metió el mosto se arramaba y caía. Enfadado, fue a ver al Ti Silverio para quejarse del producto y la respuesta del molinero aún fue decirle: “ah, coño, haberme dicho que era para el vino, que yo te la hice para las patatas!!”.

Y cuando alguien se quejaba de la harina que sacaba el molino, el Ti Silverio decía: “Apalpa y si está fina, que le eche polvón y si está grande, que le eche polvín”.
Genio y figura el Ti Silverio.

Restos del molino desde el sendero que va a la zona de baño de la presa

20 de febrero de 2010

Molinos en Congosta (1)


En Congosta, al igual que en Ayoó, había un buen número de molinos que daban servicio a los vecinos. Este verano hemos fotografiado y conocido la historia de dos de ellos. De uno, solo quedan los restos junto al aliviadero de la presa, en la zona cercana a la Casa Rural. El otro se mantiene en muy buen estado en una finca junto a la carretera, a la entrada desde Ayoó.

Este molino le tocó en el aparcelamiento a José María, hermano de Angel, el cabrero de Ayoó. Era un molino como los del pueblo, que molía centeno y hacía pienso para el ganado y que daba servicio a un grupo de vecinos del pueblo. En la parte de arriba de Congosta hay más molinos de este tipo.


La muela o rueda de moler está en bastante buen estado, como el exterior del propio molino. Por dentro, lo peor es el suelo, casi desaparecido en algunas zonas.






Vista de las escaleras interiores del molino y de su techo. Su propietario guarda dentro algunos aperos.


Por aquí pasaba el caudal de agua que movía el molino.

(Aprovecho para pedir disculpas a los dueños del molino porque, dado que está abierto y al lado de la carretera, me colé en él sin pedir permiso, perdón!!)

16 de febrero de 2010

Hoy, día de la Facendera

Hoy, martes de Carnaval, es el día de la Facendera en Ayoó, como viene haciéndose desde mucho tiempo atrás. Hombres y mujeres del pueblo se reunen para hacer trabajos por el bien de todos: arreglar caminos, despejar regateras o limpiar los pilos, un esfuerzo que se vera recompensado con una comida popular con escabeche.
 
Según me cuenta mi padre, los trabajos han tirado este año hacía Requeijo y han terminado con la comida popular en los bajos del Ayuntamiento, aunque a decir verdad, hablaba de oídas... resulta que ha habido dos fallecimientos en San Pedro de la Viña con sendos entierros, uno a las 11.30 de la mañana y el otro a las 17.00 de la tarde, y a él han acudido buena parte de las personas más mayores  del pueblo, que conocían a ambos finados y que de esta manera no han podido acudir, como deseaban, a la yera. Descansen en paz los fallecidos y otro año será lo de la facendera para estos vecinos.
En la foto, uno de los del año pasado, cuando los vecinos del barrio arreglaron el paso hacia la fuente y el pilo del Caño (agradecimiento personal, porque en verano pasamos unas cuantas veces al día por este lugar!!!!)

14 de febrero de 2010

Las "casas"

En Ayoó y los pueblos vecinos, la población se agrupa en el centro, en el núcleo, pero no siempre ha sido así. Hace ya muchos años, hubo familias que buscaron su sustento en casas diseminadas por el monte, en viviendas propias o alquiladas que estaban alejadísimas del pueblo, en un tiempo, no lo olvidemos, sin coches, ni teléfonos para un caso de emergencia. Estas son “las casas” recordadas por mi padre:


Casa Osilga estaba hacia San Pedro de Ceque, por el Camino la Brea abajo. La casa era propiedad de un adinerado vecino de Santibáñez llamado Agustín Martínez y la tenía en renta. Era una casa de adobe y tierra, alejada del pueblo y que tenía mucho campo, monte..., trillaban centeno, trigo,... Tenían un burro, un caballo y cabreada. Hacían queso e iban a vender leche a Ayoó en las caballerías. Hicieron un pozo artesiano al menos a 100 metros y no sacaron agua. Mi padre llegó a conocer a la familia que allí estaba.


Casa Cocho está recogido en el Mapa Topográfico Nacional de España

Casa Cocho estaba en Valdelafuente, por el Camino a Felechares. Tenía un pozo grande y una fuentina pequeña, fincas, prados, trigo, centeno... Una pared de la casa aún se mantenía en pie hace unos años. La casa estuvo habitada hace ya muchísimos años. La familia que allí vivía tenía ganado y venían al pueblo a vender leche.


Casa Melchor en Ayoó Pequeñino, hacia Nogarejas. La finca tenía frutales, una cueva, un pozo, una viña, castañales, tierras aradas de trigo y de centeno... La casa cogía el nombre del propietario, el tío Melchor, que era de Nogarejas. Tenía bastante dinero y se aprovechaba de eso: Se apropió de quiñones de gente de Ayoó... los araba y se los quedaba y cuando venían con quejas él decía que pleiteasen, que le denunciaran, cosa que ninguno hacía por el dinero que costaba. Así pasó hasta que unos cuantos propietarios se plantaron, en Congosta, escopeta en mano y dejó de hacerlo. Mi padre conocío la finca cuando ya la dejaban.

13 de febrero de 2010

El pañuelito

Los niños que fueron nuestros padres además de trabajar y colaborar en las tareas de la casa tenían, como todos los críos, sus juegos. Me cuenta mi madre que “jugábamos a la comba, al escondite, a la pelota, a pasarla por debajo de los pies, de los brazos... y teníamos juegos como el pañuelito: se echaba un papelito detrás de uno y ese salía del corro y le tocaba a él echarlo.


Pañuelito, pañuelito
quién te pudiera tener
guardadito en el bolsillo
con un pliego de papel

10 de febrero de 2010

Historias de la mili: El vino de los Obispos



Fotografía antigua de la Catedral de Astorga, recogida en la web de la Diputación de León, Instituto Leonés de Cultura


Otra de las historias de la mili de mi padre se desarrolló en un magno marco, la Catedral de Astorga:

Nos llevaron un día a quitar el tablao que habían puesto en la Catedral para la celebración del día del Corpus en Astorga, que era una fiesta muy importante. Nos llevó el sargento Bruñas a una cuadrilla, a Alonso el de Pobladura, al Fonta, a Pontejo (Manolo Casado, el del pueblo) y nos tuvieron allí toda la mañana quitando lo que habían puesto en la Catedral. Cuando terminamos, en agradecimento, el sacristán sacó una garrafa de vino del que tenían para ellos los obispos y el Sargento no paraba de decir “este es el mejor vino que he probado nunca”. Y sí, estaba bueno el vino, sí...



Vista de Astorga en 1950. Está tomada desde la torre de la Catedral. Es una postal que se encuentra en el fondo de Numisjoya

7 de febrero de 2010

El cementerio



Me ha hecho gracia descubrir que estas fotos del Cementerio están hechas casi desde el mismo lugar y con la misma perspectiva, pero con 17 años de diferencia.
La de arriba es del año 1993, un puente de San José en el que me escapé al pueblo. La de abajo es del verano pasado... No hay grandes diferencias entre ellas: la misma puerta, el mismo muro, la misma caseta... los árboles más crecidos y el cementerio más grande (la ampliación se ha hecho justo por detrás... ) y cada vez más lleno de vecinos de Ayoó...

4 de febrero de 2010

Bares y cafés


La radio era el mejor recuerdo de lo que un día fue el café que mis abuelos tuvieron en los bajos de su casa. Aquí, Oier, inspeccionando cuando era un pequeñín (ya entonces le gustaban los cachivaches electrónicos)

El café más lejano del que tengo recuerdo es el de mis abuelos.... un café (ni bar ni taberna) que me ha acompañado a través de los recuerdos que había en la casa: una habitación grande, alargada, que ocupaba toda la parte de abajo de la vivienda; un montón de mesas largas que nos pedían para las bodas; muchas sillas con los tornillos ya flojos que te pellizcaban el culo al sentarse, bancos...


Esta mesa ha presidido numerosas bodas en Ayoó, siempre era pedida. A su lado, bancos de los que también había en la casa de los abuelos. Ahora todos ellos, y el escañil que se ve al fondo y que antes acompañaba la lumbre de la cocina de mis abuelos, aún aguantan dando servicio en las meriendas de la bodega.



El café de mis abuelos no tenía muchos lujos: café, cartas y... la radio que mi abuelo Teófilo trajo de La Bañeza, una Phillips que fue de las primeras del pueblo (1). En aquella época era, para muchos, la única forma de enterarse de lo que pasaba por el mundo, de la música que sonaba... Cuando se dejó el negocio, la radio seguía teniendo un lugar destacado en la cas, primero en el comedor, el antiguo café, en el estante que ocupó durante años, y después en la alacena de la cocina, donde mi abuelo, incansable madrugador, escuchaba las noticias junto a la lumbre.

 

Realmente, esta no es la radio original, que terminó despiezada por mi hermano y cuyos restos andan por algún lugar de nuestro desván. Esta es la segunda radio que hubo en la casa de los abuelos, hoy limpia y reluciente, aunque ya no funciona.


La actividad en el café era más calmada que en los bares de hoy: los clientes se sentaban en las sillas y pedían vino málaga, del dulce, galletas de coco, de las alargadas y café. Se pedía, una peseta de galletas y un vasito de vino que era como un chupito de los de ahora. Las gaseosas que se gastaban las traía mi padre desde Pinilla o Nogarejas.


El café estuvo abierto hasta los años 60, durante unos quince años aproximadamente. Aunque no daban comidas, la abuela cocinaba para aquellos conocidos que venían de lejos a hacer una visita o a amigos de amigos o al final, a todo el que lo necesitase... y durante los años de la postguerra, aquel café y aquellas cazuelas, calmaron el hambre de muchos chavales del pueblo que en sus casas poco encontraban que llevarse a la boca.


Otro bar del pasado es el del Ti Ismael Ferreras, que se encontraba al lado del actual bar del Canto y que también tenía algo de tienda. Y como comentamos en el artículo de las tiendas, también en la de Arcadio se podía tomar una cerveza, aunque no era un bar propiamente dicho.
Mi tía Paulina tuvo el bar que estaba en la casa situada frente al Ayuntamiento actual (en la foto). Estuvo unos dos años y a veces también vendía pescado allí.


Durante años, el bar del pueblo por definición fue el de Asunción (con ella tras la barra o su hija Gloria y su yerno Andrés), en la plaza de la Audiencia, primero con el mostrador a la izquierda, según se entra, luego a la derecha.


La casa de Asunción aún mantiene el cartel del bar y la tienda que un día tuvo en los bajos de su casa.

El bar dejó paso al pub, que estaba en la otra parte de la casa y al que se accedía por el callejón que hay junto a la casa de Olegario. El pub me pilló con quince años y fue toda una sorpresa llegar al pueblo con mis amigas santurzanas y encontrar semejante novedad, con una pequeña cabina para el DJ-Javi, unos taburetes que nos venían estupendamente para las “abuelas”(2) de última hora y la zona de los reservados...
Con todo eso en la cabeza no hay más que poner el We are the world o el Vamos a la playa (tuneado por el “vamos a Requeijo” y ya está servida la nostalgia adolescente...)




En el edificio del antiguo ayuntamiento lleva años el bar municipal que ha pasado por diferentes manos: Antonio y Tita; Teo e Isa, con mucho tirón entre los más jóvenes; y ahora con Antonia y Pepe y recién renovado.





Y el bar de arriba, el que hace ya un buen montón de años pusieron en marcha Loli y su difunto marido, Agapito, y que en los dos últimos veranos ha sido llevado por Beni y Javi.




Tanto en uno como en otro han discurridos mis veranos ayoínos, vacaciones de Semana Santa, alguna Navidad... muchas risas en la puerta, muchos vermutitos los domingos, la cerveza de entre semana con su tapita, kilos de pipas, partidas de cartas, de billar, de futbolín (ay, qué pena que no los saquen ya), la espera de las noches de verano para ver con quien bajábamos a Santibáñez, la lectura del periódico atrasado, las llamadas a casa en las cabinas de teléfonos de pasos, el gentío de San Bartolo, la estufa en tiempo frío, los carteles cutres de las discos de Santibáñez... ay, cuánto que recordar en los bares de Ayoó...



(1) Había puesto que la radio del café de mis abuelos fue la primera que hubo en el pueblo, pero ahora me comentan que posiblemente la primera primera fue una que llevó un vecino, sacerdote y comandante del Ejército en la Maestranza de León. La mandó hasta Fuente Encalada y allí la recogió un familiar que la fue a buscar con la caballería (aún no iban coches al pueblo).

(2) La abuela, el juego típico del pueblo para emborracharse entre colegas... aquello de “la abuela al morir tres vasos de vino dejó... cómo qué tres! Cuántos pués?” con sus variantes de “los limones” (un limón medio limón, dos limones y medio limón) o “los marcianitos” (marcianito número uno llamando a marcianito número tres...) o cambiar el número por el mote familiar de cada uno (esto ya para iniciados, jaja!!!)

1 de febrero de 2010

Botellas ahuyentaperrosmeones


Estas imágenes que hoy he puesto para abrir el artículo no son exclusivas de Ayoó. Las botellas-ahuyenta perros con ganas de mear están difundidas por todo el mundo. No hay más que teclear en un buscador de internet “botellas-agua-mear-perros” y saldrán un montón de comentarios, artículos y fotografías al respecto. La duda sobre la efectividad del método está ahí... personalmente no las he probado, los perros no tienen especial querencia por echar el pis en las paredes de mi casa, pero si damos un paseo por Ayoó, son muchas las puertas y esquinas que vemos “adornadas” con la botella de agua y con agua.

Curiosamente, en un reciente viaje de vacaciones a Lanzarote, nos encontramos también botellas puestas con el mismo fin (supongo), pero en vez de agua, allí escasa y preciosa, las llenaron con algo que tienen mucho más a mano: piedras volcánicas.

Garrafas de agua con piedras volcánicas en la esquina de una casa en la localidad de Tías, en Lanzarote.