29 de septiembre de 2013

Labores del campo: Septiembre

Mis padres recuerdan septiembre como el mejor mes, “el que menos apuro había y cuando aún teníamos buen tiempo”.

 
Aún así había muchas tareas que hacer: se majaban las habas, las alubias, se sacaban las patatas y “a últimos del mes echábamos el mineral”.

Mis padres majando garbanzos arriba y limpiando alubias abajo.



Estos son los días en los que se cogen los pimiento, se asan y se hacen conservas.

 



Empiezan las uvas y se apartaban uvas para llevar a casa antes de la vendimia. Se apartaban las mejores y se colgaban de unas espinas y de puntas para que se conservaran y se comían así, desecadas.
 
No tengo ninguna foto de las uvas colgando de las vigas, aunque es una imagen que tengo
en la memoria pues la casa de mis abuelos estaba llena de ellas.
He encontrado estas colgadas en una casa tradicional en Campo de Criptana, Ciudad Real.
 
Unas se ponían en paja y otras en cañas y también se colgaban en las vigas de una punta o de un ramo de espino. “En octubre, cuando íbamos a sembrar y llevábamos una cesta para comer. Duraban mucho así, mira que yo iba a casa de tía Quica, que no tenía hijos y comía uvas de estas hasta Navidad”, recuerda mi padre.



 
 
 
 
Las manzanas se quitaban a últimos de septiembre o primeros de octubre, y se ponían en los colgaderos. Se unían con un hilo por el rabo y se colgaban unos cuantos juntos del techo para que se conservaran.



Una de las tareas de este tiempo era la de hacer adobes para las casas. Como me cuentan en casa “se hacían en Requeijo y en las eras de arriba, en las llamas de la zona del Robedillo, por el camino de las cuevas pero por abajo. Se cogía la paja, el barro y con una adobera se apretaba bien y se dejaba secar”.

Adobera. Web Museo de Arrabalde.
En el blog del Ti Joaquín se dedicaba un post a las construcciones de barro, interesante como siempre, aquí. Aquí, otro de sus detallados artículos sobre el tema.


En una de las respuestas un vecino del pueblo recuerda como eran aquellas labores y, supongo que no le importará, lo recojo aquí: “(...) todavía recuerdo cuando los hacia en el Robledillo, pues ibamos mi hermano y yo mas chulos con el saco de paja y la horma (adobera) de hacer los adobes, el barro lo cavabamos allí en el mismo sitio donde los hacíamos, había que echarle bastante paja y amasar bien el barro, parece que estoy viendo las filas de adobes y me dan sudores, en Ayoó sabes que hubo un tejar, entre la carretera y el molino Riñón, hacía las tejas Antonio, el marido de Sofía La Bartola, fui muchas veces a ver como las hacia. Eran curvas, pera la horma era plana, en una mesa ponían la horma que era de hierro mas ancha a un lado que a otro, una vez que metían el barro y lo apretaban bien, lo corrían sobre la mesa hasta la horma curva que le daba la forma a la teja,se dejaba secar y después al horno a cocer. De tapias también te puedo hablar en mi casa las hicieron entre otros Santiago el de Genoveva cuando aun estaba soltero. En esto entra la tierra húmeda las costanas y los anclajes, después las talegas y las escaleras, dos personas con mazos apretando la tierra y dos subiéndola, todo un arte, la maquinaria era tecnología punta, brazos y mas brazos, sudor y más sudor, pero creo que eramos más felices”.


También recogí cómo se hacían los adobes y las herramientas utilizadas para esta labor, cuando visité el Museo Etnográfico de Zamora. Este era el artículo: Las cosas del museo (2) Aquí.

Otra de las tareas era la de meter “la mimbre” a ablandar, a “enriar” en pozos de agua, para ablandarlo, como ya contamos cuando hablamos de la cestería

Talega. Fotografia de la web del
Valle de Valderde (Zamora).
“Se ponían unos ataos de mimbre y con piedras para que se ablandaran y se dejaban allí unos 20 días, en el reguero del Ti Carbajo, en el Puente la Flora. Había varios vecinos que trabajaban muy bien el mimbre, como el Ti Indalecio, el Ti Felipe Lobo o el Ti Pedro Alonso”.


Con este último, cuyo apodo era Macarrones, tuvo mi padre una de esas historias de niños de entonces y que bien podía haber incluido en el post sobre sus travesuras. Así me lo contó: “fui a encargarle unos talegones de parte de abuelo y cuando llego me dice él, “anda, mira, si viene cucharilla” y yo, que era un rapá, me envalentoné y le empecé a recitar “macarrín, macarrón, Barrancos de la Corte, pajarín morín...”. Una cancioncilla que, lo aseguro, aún hoy recita de vez en cuando.


Y era fino mi padre, porque también me señala que en otra ocasión fue a los mimbreros del Ti Argimiro que había en el camino a Congosta y le pilló enredando. Le chilló y yo le contestó con un “Ti Argimiro, usté me toca los cojones, los riles y los huevos” y se quedó tan ancho.

27 de septiembre de 2013

Excursiones con Perafondo (2): El pozo de Ayoó Pequeñino y la fuente de la Gatina

La segunda excursión de este año con Perafondo fue la que hicimos el día 13. Si tuviera aquí a David me diría, casi paso por paso, por dónde fuimos, pero yo, en fin, apenas recuerdo dos o tres sitios y el resto, monte, tierras y camino.

Salida:

Mari Nieves, David, Tina, Jesi, Trini, Jose, César, Rodolfo, Fermín y detrás de la cámara, la menda.

Requeijo desde el demonte que se ve cuando estamos en la playa. De ahí se llevaron buena parte de la tierra que forma la presa de contención.


Los barrancos de la Corte.


Camino en La Chana.

Al fondo, los Aquilinos, los montes de León.
 La zona despejada que hay en el centro es Ayoó Pequeñino.

Cerca de Ayoó Pequeñino nos encontramos con esta caseta, que en tiempos tuvo Pedro,
un señor de Congosta, que tenía allí gallinas y donde cultivaba patatas.



 
Junto a la caseta hay un pequeño pozo de agua, una tubería clavada en vertical de la que surge un agua buenísima y que ha dado de beber a muchos vaqueros y pastores.
 


 
Después de pasar una zona de pinos donde creo que se cogen bastantes níscalos en esta época, llegamos a la punta de la Peña Santiago, donde está la torre del guarda del bosque (ahora es José Ferrero), desde donde vigila los montes para avisar si hay algún fuego.

Llegando a la torre de vigilancia.

Subidos a la atalaya.

Al lado de la torre está el vértice geodésico de la Peña Santiago.
Congosta a tiro de piedra desde este lugar.

Ayoó queda un pelín más lejos. Las vistas son espectaculares y merecen hacer el camino.
Por el camino pasamos por este erial y me cuentan que alguien ha dicho que lo ha plantado de  girasoles para cobrar no se qué subvención de la Unión Europea (luego nos extraña que los alemanes se mosqueen...). Por lo visto, quería subir agua de Requeijo para regarlo aunque parece ser que no se le dio el permiso.
 

Abrevadero en los alrededores de la fuente de La Gatina.

La máquina había abierto camino hasta la fuente. Desde allí se ve la Requeijo estupendamente.

¡Agüita rica!

Fuente de La Gatina, arreglada hace años ya, aunque no se podía llegar a ella estos últimos años porque había unas jaras más altas de Pau Gasol.


El camino ahora está perfectamente despejado.


Grupo de ciclistas que buscaban agua para refrescarse.


Y tras la caminata, el almuerzo salpicado con un montón de anécdotas de la mili... ¡¡un clásico!!!
 

25 de septiembre de 2013

Excursiones con Perafondo (1): Valseco y el Jaralico

Este verano nos apuntamos (mi hermano y yo, de momento no hablo en plural mayestático como los Reyes y los deportistas) a dos excursiones de las que organiza la Asociación Perafono. Una era la habitual del último sábado del mes y la otra la que se hizo durante la Semana Cultural.

En esta primera fuimos poquitos, así que decidimos el lugar un poco sobre la marcha y nos acercamos hasta Valseco, haber si teníamos suerte y podíamos observar las vacas que hay allí pastando. No las encontramos, nos conformaremos con verlas en foto pero si nos dimos un buen almuerzo en el Jaralico, bebiendo la rica agua de su fuente. Y yo aprendí muchas cosas durante el paseo, como iré contando con el desfile de fotos.
 
Aquí los paseantes: David, Trini, Remedios, Tina, Jesi y yo.
 

Camino que divide las tierras del pueblo de las de Fuentencalada.


Y yo pregunté ¿anda, qué hace esta plancha de cemento aquí en medio del monte?
Y me explicaron que se pone en algunos lugares por los que transitan tractores
o camiones, para evitar que cuando llueve mucho el agua se lleve esa parte del camino
En esta zona había bastantes prospecciones que se hicieron cuando se explotó
el geijo en Ayoó.

Aquí, en un pequeño desmonte, se ha hecho una poza para que puedan beber en ella los animales.
No, no somos unos Rodríquez de la Fuente de buen corazón, muchas veces las hacen los cazadores
para "mantener" las piezas a las que luego pueden disparar.


El pastor eléctrico, un cable que circunda la zona en la que están las vacas y que les da una pequeña descarga
si intentan salirse de esos límites. También puede darle el calambrazo a las personas, aunque hay señales visuales
para advertir y zonas en las que se puede pasar abriendo el cable.
Más sobre el pastor eléctrico, por ejemplo, aquí.

Jesi aleccionándonos sobre el "pastor eléctrico".

Señal colocada en un matorral -había muchas como esta- y que me contaron servía
para marcar posiciones de espera para la caza.


Piedra de sal que se le pone a las vacas para completar su alimentación.
Por lo visto, las vacas de ganadería, comen más y producen por tanto más
carne y leche, si se complementa su alimentación con sal.
He encontrado más información sobre este tema aquí o aquí.



Estas son las vacas que nosotros no vimos en una foto que pusieron en el grupo de Ayoó en Facebook.
El rebaño lo han puesto unos ganaderos de Felechares con el permiso del Ayuntamiento y, parece ser, con el fin
de que al pastar las vacas limpien algo la maleza que se apodera de toda la zona al no tener ya ganado que vaya por allí.

 
Abrevaderos preparados para el ganado junto a la fuente del Jaralico.

Abrevadero en primer término y la fuente detrás.
 
El agua de la fuente.